Nueva York, septiembre 2011
Puede sonar extraño, pero apenas he visto grafitis en Nueva York, y los que me he encontrado eran publicitarios, o en Harlem, en persianas de negocios, seguramente encargados por los propietarios. Así que este tampoco está en ningún muro, sino en una valla de una obra. Al haber encuadrado únicamente la pintura no se aprecia la escala: tiene algo más de dos metros de alto. Pero lo que realmente impresiona es encontrarse un ojo tan grande mirando una calle cualquiera.
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